En la antigua Panamericana Sur, una tragedia silenciosa ocurre día tras día: el transporte de animales vivos hacia los camales y puntos de acopio.

Durante la madrugada, los animales criados específicamente para la producción, ya sea de carne, piel, plumas u otros productos derivados, son cargados en camiones.

Los pollos son arrojados en javas de plástico sucias, mientras que vacas, cerdos, ovejas, cabras y caballos son apretados como objetos, viajando muchas veces largas horas sin agua ni comida.

A pesar de estar comprobado que esta actividad es estresante y peligrosa para ellos, pues conlleva hacinamiento, inmovilización, exposición a choques y caídas, así como temperaturas mínimas o máximas dentro de los camiones o contenedores, lo que genera angustia y puede ser fatal para ellos.

Dentro de los camiones, el olor a miedo se mezcla con sangre y excremento, algunos se orinan encima, temblando y gimiendo de pavor. Sin entender su destino, como Arba pudo observar.

Según SENASA, existen 121 mataderos y 4106 centros de faenamiento avícola, en donde cada día miles de animales son asesinados y solo en el 2021, más de 5 millones de animales fueron transportados vivos.

En el Perú, la Ley 30407 indica que está prohibido el transporte insalubre de los animales de granja. Sin embargo, hasta el momento no hay una norma que regularice de manera eficiente el transporte de animales vivos.

Desde que son cargados hasta su sacrificio, ellos experimentan un alto nivel de estrés, dolor y ansiedad.

¡Urge un cambio en el transporte de animales vivos en el Perú! ¡Exijamos regulación!